Desertificación, una amenaza latente para nuestros suelos
La desertificación es una de las mayores problemáticas ambientales a las que nos veremos enfrentados como sociedad durante este siglo. Esto implica que tierras que alguna vez fueron fértiles, hoy son suelos no vivos. Esto afecta a el suelo agrícola, así como el suelo en todo el mundo. Este artículo responde cuáles son las causas de tal degradación que llega a la desertificación. Dieter Tetzner escribe porqué es importante comprenderla y hacer algo al respecto.
Aunque parezcan lugares desolados y carentes de vida, los desiertos cálidos son el hábitat de numerosas especies y una parte importante de nuestro planeta. Desiertos son todas aquellas regiones del planeta donde la precipitación anual es menor a 25 centímetros. Ellos se desarrollan de forma natural en las regiones subtropicales y abarcan aproximadamente 30% de la superficie terrestre. Los desiertos existen por una combinación de factores entre los cuales generalmente están la circulación atmosférica, la circulación oceánica y la geografía regional. La particularidad de estos ambientes ha permitido que en ellos hayan evolucionado numerosas especies adaptadas específicamente para lograr sobrevivir en condiciones extremas. En resumen, los desiertos conforman ecosistemas que son parte integral de nuestro planeta.
A lo largo de la historia del planeta, los desiertos han demostrado ser ambientes dinámicos. Existe evidencia que en el pasado, los desiertos habrían variado considerablemente tanto en su extensión como en la intensidad de su aridez. Hace tan solo algunos milenios atrás, desiertos emblemáticos como el Sahara fueron cubiertos por verdes praderas. Similar es el caso del desierto de Atacama, que habría sido más húmedo durante el último periodo interglacial (hace aproximadamente 120 mil años). Estos periodos fueron precedidos por un prolongado periodo de desertización que llevó a la conformación de los desiertos que conocemos actualmente.
Naturalmente, la desertización es un proceso gradual que puede tomar siglos en transformar una región en un desierto. Sin embargo, recientemente hemos visto una aceleración en la formación de zonas áridas y semi áridas a escala global. La respuesta: el humano.
Si bien los desiertos de nuestro planeta existen por una configuración particular de factores naturales, recientemente los humanos hemos comenzado a jugar un rol importante en la generación y expansión de ambientes desérticos mediante el desarrollo de la desertificación. La desertificación es el proceso mediante el cual, debido a causas antrópicas, se genera una degradación del suelo en ambientes de baja humedad, disminuyendo y eventualmente desapareciendo la vegetación en zonas áridas y semiáridas cubiertas de pastizales y matorrales.
El humano también contribuye a la desertificación de manera indirecta. La principal forma indirecta de generar desertificación es a través del cambio climático. El aumento de las temperaturas a nivel global contribuye a la disminución en la humedad de suelos, más aún si los suelos están descubiertos. Los suelos secos se calientan fácilmente, transformándose en una fuente adicional de calor que contribuye a aumentar la temperatura local y secar aún más los suelos de las regiones amenazadas por la desertificación.
La generación de ambientes desérticos es el producto más evidente de la desertificación. Sin embargo, la desertificación también genera múltiples consecuencias en el entorno donde se desarrolla. Entre ellas se encuentran la reducción en la capacidad del suelo para producir alimentos, generación de suelos infértiles, reducción en la resiliencia del suelo frente a sequía, el empobrecimiento en la calidad del agua y el aumento en las emisiones de carbono y óxido nitroso almacenado en los suelos degradados.
Al considerar todos sus efectos en conjunto, se ha estimado que la desertificación es actualmente la causante de la degradación de 24% de las tierras cultivables a nivel mundial.
En un mundo globalizado, la extendida degradación de los suelos causada por la desertificación no solo tiene implicancias locales, tiene alcances globales al generar escasez de alimentos, el aumento y la volatilidad de los precios, posibles inestabilidad socio-política y forzar migraciones en las poblaciones afectadas. Tal es su alcance que se estima que actualmente el 40% de la población mundial está siendo afectado directa o indirectamente por sus efectos. De acuerdo a un estudio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la desertificación amenaza a al menos 168 países del planeta y podría comprometer un 38% más del territorio global en los próximos años.
El panorama en Chile sigue la tendencia mundial. Actualmente dos tercios del territorio nacional (48 millones de hectáreas) está afectado o amenazado por la desertificación y la sequía. El área total expuesta a los efectos de la desertificación es habitada por 1,3 millones de personas, dentro de las cuales el 60% vive bajo la línea de la pobreza, disminuyendo así su capacidad de resiliencia frente a los cambios. Entre las principales causas de desertificación en Chile está la implementación de prácticas agrícolas sin enfoque de conservación y la sobreexplotación, el mal manejo de los bosques y los efectos del cambio climático. Es tal el rol de la industria forestal en el proceso de desertificación que se estima que la mitad de la superficie que alguna vez estuvo cubierta por bosques (~7.2 millones de hectáreas), actualmente está sufriendo un proceso de degradación que puede llevar a la desertificación. La mayor expansión en la degradación de bosques se da en el sur del país, donde la extracción de madera tanto para calefacción como para usos industriales han acentuado el problema.
La desertificación es un problema difícil de combatir ya que es causado por numerosas actividades productivas en las cuales las malas prácticas están muy arraigadas. En líneas generales, la principal causa de la desertificación es la pérdida de humedad por parte del suelo. Cualquier medida que contribuya a la preservación de un suelo húmedo es un aporte a frenar la desertificación. Un ejemplo del combate contra la desertificación es el que han dado los países que se encuentran en la región del Sahel, en el límite sur del desierto del Sahara. La coordinación internacional de estos países ha permitido impulsar la creación de la “Gran Muralla Verde”, la cual ha permitido la plantación de millones de árboles dispuestos en un cinturón que cruzará África de oeste a este. La plantación y el manejo de esta área mediante técnicas agroforestales de desarrollo sostenible permitirá mantener la humedad del suelo y así contener la expansión del desierto del Sahara.
La reforestación de zonas áridas también es una medida eficaz para reactivar la humedad en suelos y estimular la biodiversidad. La forma más concreta para frenar la desertificación es la total eliminación de todos los factores que la causan. Si bien esto es posible de lograr, algunos causantes requerirán de esfuerzo y coordinación multisectorial para implementar nuevas políticas y reglamentos. Mientras estos esfuerzos progresan, no hay tiempo que perder en la lucha por mantener nuestro suelos sanos y húmedos.