Editorial Número VIII.
Hemos escuchado o leído que nuestros sistemas alimentarios están en crisis. Como sociedad estamos desconectados del origen de nuestros alimentos ya que en su mayoría provienen de la agricultura industrial. Quizás también has escuchado que comer es un acto político, pero tal vez es difícil entender este concepto, así como entender la interconexión entre política, comida, medio ambiente y cambio climático.
A mi me gusta explicarlo así: En una era en que las corporaciones industriales controlan prácticamente todo lo que comemos y consumimos, estamos a merced de una dieta basada en alimentos ultra procesados pensados para comer lo más rápido posible para volver a trabajar. Cuando pienso en cocinar, cultivar mis alimentos, guardar semillas o generar comunidad a través de la comida, yo sí pienso que es un acto político y radical. Ya que actualmente cultivar tu propio alimento, cocinarlo desde cero y sentarse en la mesa para disfrutarlo es radical. Por supuesto, este acto no es suficiente para transformar nuestro sistema alimentario, pero esa conciencia unida a un trabajo colectivo, son el comienzo de un cambio.
Esta edición trata sobre eso, sobre soluciones radicales y no tan radicales, encaminadas a mejorar nuestro sistema alimentario. Soluciones que datan de miles de años de experiencia como los sistemas alimentarios indígenas, quienes perciben sus sistemas agroalimentarios a través de un lente holístico y sistémico, que abarca la espiritualidad, la vida y la cultura, los componentes bióticos y abióticos del ecosistema y las interconexiones entre ellos.
Al igual que los indígenas, las mujeres forman parte del sistema alimentario y su rol muchas veces es marginalizado. Es por eso que el rol de la mujer, su incorporación y reconocimiento son una solución a un sistema alimentario más justo.
Otras soluciones incluidas en esta edición están basadas en la naturaleza, como el Manejo Holístico para una ganadería más sostenible y resiliente. La producción de energía a través del calor de la tierra, la geotermia, la cual se presenta como una alternativa duradera para producir energía sin el uso de combustibles fósiles. La generación de políticas públicas en torno al desperdicio y la pérdida de alimentos también es otra solución que nos acerca a un sistema alimentario más resiliente. Incluimos también un testimonio práctico para sumarnos al desafío de disminuir nuestra basura, con consejos para que cada uno sea parte de este cambio.
Al entender que somos parte de un sistema interconectado, nos damos cuenta de que el valor actual de los alimentos está muy por debajo de lo que deberíamos pagar. Esto se debe a que el valor de los alimentos, generalmente, no incorpora la totalidad de las externalidades negativas generadas, como las medioambientales y sociales. Tomar conciencia del costo real de los alimentos nos permite comprender que el modelo convencional no está funcionando. La interconexión del sistema alimentario nos hace reflexionar que no hay una sola solución mágica, sino que múltiples cambios que juntos pueden mejorar el sistema. Es por esto que pequeños actos, como tomar conciencia de los problemas, se vuelven actos políticos y radicales.
La agricultura regenerativa y el cultivo 'no-till' son otros métodos eficientes para combatir el cambio climático, capaces de proveer alimentos a una creciente población y mientras que se mantiene el suelo y al planeta sano. Queremos transformar el modelo actual, por uno que trabaje junto con la naturaleza y no en contra de ella. Un sistema que propone regenerar el suelo y replantearnos nuestras relaciones productor-consumidor, para así desarrollar sistemas alimentarios más justos, solidarios y sostenibles.
Estar conectados con el origen de nuestros alimentos es el primer paso a ser más resilientes.
Camila Marcías
Editora De la Raíz al Plato