La agricultura, el bosque y la cromatografía
En este artículo, el autor nos muestra cómo a través de una técnica llamada cromatografía, es posible realizar comparaciones entre diferentes muestras extraídas del suelo (bosque, agrícola, etc.). Por medio de las imágenes obtenidas es posible seguir avanzando en la ciencia, aportando en el conocimiento de la agricultura, de los bosques, de sus frutos y vegetales y de todo lo que allí abunda.
El bosque será nuestro maestro en esta breve lectura, nos puede enseñar muchas cosas, solo tienes que sumergirte y observar todos los detalles que acontecen ahí. Caminatas de horas a paso lento y detalles que puedes tomar para descubrir un exuberante mundo de relaciones entre las distintas especies. En mi experiencia hacia una agricultura orgánica, el bosque es un gran maestro, que nos puede enseñar mucho para la agricultura y el cuidado de las personas en su más amplio significado.
¿Qué tienen en común la agricultura orgánica y el bosque?
Cuando enseño agricultura siempre hago la analogía con el bosque. ¿Qué hace el bosque para producir tanto sin ninguna mantención, sin insumos, sin arado, sin riego? Lo que veo en un bosque es: agua en forma de vertientes, plantas por montón (frutos, alimento y medicina), diversidad microbiológica, insectos, pájaros, piedras y animales, cobertura de suelo natural, suelos con capacidad de filtrar, mantener y purificar el agua.
Los beneficios del bosque fueron dejados atrás. La agricultura convencional toma su lugar y nace durante la primera y segunda guerra mundial. Se estableció el monocultivo, la simplificación, lo escalable y generación de productos. Empresas con expertiz en las ciencias de la agricultura se involucran en la química de las guerras; estos mismos compuestos serían utilizados después en nuestros alimentos, ya que contaban con un equipo científico adecuado para tal “magnánima” misión: urea, superfosfato y agrovenenos, como pesticidas, herbicidas, nematicidas y fungicidas. Los biocidas (que matan a la vida) comenzaron a venderse por el mundo, lo que haría la agricultura simple, eliminando factores inesperados de la naturaleza de manera espontánea.
Las cicatrices no demoraron en aparecer: suelos compactados, vertientes que ya no surgían de los suelos, los animales se alejan del campo, la diversidad de bacterias y hongos se acota volviéndose dañina, la erosión biológica y cultural se implanta en el campo. A los seres vivos se les adjudicó nombres negativos y, si no lo eran, nos hicieron entender que algún daño provocan en pro del desarrollo humano: plagas, malezas, bacterias, hongos, patógenos, nemátodos, parásitos.
Los términos que la agroindustria aisló e implantó de manera física y semántica, los usó para su propio beneficio, donde generó un insumo para controlar cada “mal”. En la agricultura convencional todo depende de los insumos y mientras más usas, más necesitarás en el futuro, ya que vas acumulando daño en la naturaleza, la misma que sostiene a tus plantas. Aquí no necesitas ser agricultor para producir alimentos, solo un empresario sin conocimiento de la agricultura, los conocimientos culturales que usaban los antiguos serían deslegitimados y puestos en vergüenza, cuestión que aún ocurre en Chile. Una simple regla de 3 permite fertilizar millones de hectáreas y si tienes un problema, las agroquímicas tienen la solución sugerida, reemplazando saberes transmitidos durante siglos que fueron iniciados mediante la prueba y error, con cambios leves que solo permiten mejoras en el suelo.
Mientras tanto el bosque sigue con su funcionamiento, con sus especies y minerales, donde un proceso de vida o muerte genera abundancia, nada sobra, nada es perjudicial, incluso son fundamentales esos antagonistas de esa nueva manera de hacer ”agricultura”, sino, ¿por qué existen? O, ¿acaso sobran? La armonía, donde todos tienen funciones fundamentales y que a veces unos toman preponderancia y otras veces otros permiten su funcionamiento.
Evaluación de la comida, el suelo y la salud de las personas
La Cromatografía circular desarrollada por Ehrenfreid Pfeiffer durante la primera mitad del siglo XX fue desarrollada como un indicador de calidad vital. Las primeras investigaciones fueron de aguas, comparando aguas del grifo y vertientes, alimentos con y sin agrovenenos, vitamina C natural y artificial, muestras de sangre y otros, mostrando esa “calidad vital” que no era capaz de ver un análisis químico cuantitativo, siempre lo natural marca una forma distinta.
La agricultura que promovía Pfeiffer es la agricultura biológico dinámica o biodinámica (un tipo de agricultura orgánica), donde el suelo vivo está presente y así tiene la capacidad de entregar una diversidad de nutrientes a las plantas para que estas puedan tener calidad nutracéutica (la capacidad de sanar mediante la alimentación) que todo alimento debiese tener.
De esto y muchas investigaciones notaron que en los alimentos se podía distinguir las siguientes diferencias en elementos químicos:
Las verduras biológicas u orgánicas muestran una notoria diversidad mineral y abundancia en sus elementos químicos. Nótese que la espinaca, que se supone tiene mucho hierro, casi no tiene en el cultivo convencional (con agrovenenos). Al comparar esta información de análisis físico-químicos y cromatografías circulares, se notan diferencias notables en la calidad vital de los suelos, la que luego era representada por los análisis químicos de los alimentos obtenidos de ambos suelos trabajados.
Por qué si los suelos tenían elementos químicos similares en su origen, ¿unos daban hortalizas que tenían mayor cantidad de elementos químicos y la otras no?
La imagen de la cromatografía A representa un suelo altamente erosionado, el que ha perdido sus funciones casi por completo, los árboles se caían en el campo de lo enfermos que estaban. Poros del suelo muy pequeños no permitiendo la aireación natural, altamente contaminado con agrovenenos, no tiene presencia de humus, disponibilidad de diversidad de nutrientes reducida, diversidad microbiológica muy acotada, procesos bioquímicos muy lentos y acotados. Plantas enfermas, débiles, constantes ataques de insectos, raíces con problemas.
En cambio la imagen de la cromatografía B representa a un cultivo orgánico de alta producción: Presencia de humus permanente, muchos procesos bioquímicos ocurriendo en el suelo, buena aireación del suelo, buena calidad de materia orgánica y presencia de alta diversidad microbiológica.
Plantas de muy buena calidad, producción estable durante 3 años, alta producción, tanto como un convencional. Este suelo busca parecer siempre al de un bosque y la cromatografía es usada como método de prevención si alguna de las funciones del suelo pudiese quedar bloqueada por un mal manejo humano.
Esta funciona mediante la separación de elementos del suelo por densidad, van movilizándose desde el pequeño orificio al centro de la cromatografía hacia su exterior. Las distintas capas indican presencia de enzimas, calidad de la materia orgánica, presencia de aire en el suelo, presencia de microbiología benéfica o perjudicial, disponibilidad de la diversidad mineral, entre otros. Cada capa queda en el lugar que corresponde al tamaño del poro del papel cromatográfico.
Hoy gran cantidad de agroinsumos orgánicos son recolectados del bosque, en muchos casos funcionan, pero un cultivo no es idéntico a un bosque, por lo que igualmente depende de insumos y correlaciones que naturalmente no existen en los cultivos. Hacer una agricultura sana es posible y se está haciendo, tener un suelo de bosque sin bosque es un lujo ya que debes imitar toda esa naturaleza que no está presente, para hacer agricultura.
La cromatografía puede dar detalles de uso de herbicidas como glifosato o si el suelo fue contaminado con cualquier agro veneno, inundaciones, manejos de suelo bien realizados o mal logrados, con el fin de mejorar nuestro suelo.
Las imágenes muestran cromatografías de suelos agrícolas de Chile, donde 1 es el mejor y 6 el peor.
La cromatografía tiene la posibilidad de seguir desarrollándose en distintos campos: medicina, contaminación, clasificación de alimentos, nutrición, vitalidad de aguas, todo lo que contenga algo de vida o incluso minerales.