Huertos escolares: por la educación temprana para un futuro mejor
Un artículo sobre la importancia y beneficios de crear huertos escolares y cómo esto se va convirtiendo en una tendencia mundial. ¿Cuál será la situación en nuestro país?
Mucho se habla de los huertos. De cómo se arman. De por qué es importante mantenerlos de una forma sana. De qué se puede cultivar. Y también, de la relevancia de cultivar nuestros propios alimentos. La verdad es que, si todo ese conocimiento se entrega desde que somos niños, los beneficios son múltiples. Estos van desde la salud de los propios niños, así como para su educación. ¿Por qué? Los pequeños aprenden a ser parte de un sistema alimentario sostenible y más consciente, en el que se conozca sobre procesos de preparación, cultivo y cosecha, así como de seguridad alimentaria y nutrición.
Para adquirir estos aprendizajes, los huertos escolares resuenan como elementos clave. Según la FAO, estos se definen como “zonas cultivadas en torno a las escuelas o cerca de ellas, que (en parte) están bajo el cuidado de los alumnos y suelen producir vegetales, frutas, plantas medicinales, flores y en algunos casos se crían animales pequeños como gallinas, conejos, cabras, e incluso peces”.
FAO
De esta forma, se introduce a los niños desde edades tempranas a cultivar, cosechar, conservar y preparar sus alimentos. Ellos saben qué deben cultivar para mejorar su alimentación. También, combinan aprendizajes prácticos con los sociales para incorporarlos a su vida cotidiana.
Así, tal como menciona Nelly Bustos Zapata, profesora del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile en una columna de opinión, las huertas escolares se consideran verdaderas plataformas de aprendizaje para promover una mejor nutrición y alimentación, de la misma forma que ayudan a generar conocimientos para una vida más saludable con conciencia ambiental.
Son diversos los países que han implementados estos huertos en planes de educación. Debido a estas experiencias, se ha identificado que estos son espacios de aprendizajes orientados a la acción, con una orientación sostenible que motiva las dietas saludables. ¿En qué se ha traducido esto? Evidencias han ayudado a concluir que los niños que participan de estos programas prefieren verduras, por ejemplo. Una revisión sistemática mostró efectos positivos sobre resultados académicos, con mayor impacto en las ciencias naturales, matemáticas y lenguajes. Así como también, incrementa la actividad física en niños, de acuerdo a lo que explica Bustos en su columna.
¿Cómo vamos por casa?
Chile no se ha quedado fuera de impulsar iniciativas orientadas en huertas escolares. En 2013, el programa “Elige Vivir Sano” comenzó la iniciativa “Vive tu huerto”, que promovía la implementación de huertos escolares en establecimientos educacionales municipales y/o particulares subvencionados. En 2017, la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB) incorporó los huertos escolares para la prevención de la obesidad y promover estilos de vida más saludables.
Desde entonces, se han dado a conocer distintas noticias de implementación de huertas educativas en diferentes partes de Chile. Por ejemplo, cinco colegios de la Región del Maule, escuelas rurales municipales de Victoria, Los Ángeles, o el trabajo de la Red de Huertas Escolares en Paillaco y el trabajo que ha desarrollado la Fundación Huertas Comunitarias, entre muchos otros.
De esta forma, aunque no se conoce una cifra oficial, en Chile se está avanzando en implementar estas iniciativas y que sean más allá de solo apuestas experimentales. Y eso en el mundo se ha podido lograr. Por ejemplo, en España se calcula que hay unos 4.000 huertos escolares que se empezaron a implementar desde inicios del siglo XXI. La lista sigue sumando y nuestro país, de a poco, podrá quizás aportar con sus propias cifras y experiencias.