Alimentos vivos y agricultura biodinámica
Paz, socio fundadora de Fundación por la permacultura, nos explica que es la agroecología y nos enseña sobre la mirada holística de la agricultura y la forma en que nos alimentamos y nos relacionamos con los alimentos. Paz nos invita a reconectarnos con la naturaleza y sus tiempos, a aprender a usar todos nuestros sentidos y percibir los fenómenos que ocurren en la naturaleza.
No sé bien en qué momento comenzó, pero cierto es que como seres humanos dejamos de ser uno con la naturaleza hace ya un tiempo. Una de las muchas consecuencias de esta desconexión es que perdimos nuestro sano instinto de alimentación. Hoy en día son fuerzas externas las que nos dicen qué y cómo comer. Reconectarnos con aquella alimentación viva que mejor nos ayude a desplegar nuestra individualidad y llevar a cabo nuestras tareas de vida es un camino consciente que debemos recorrer cada uno.
Alimentarnos hoy
Nuestras decisiones alimentarias en la actualidad están fuertemente influenciadas y manipuladas por las fuerzas de la vida moderna. El problema de dejar tan importantes decisiones a mercados tan desvinculados con nuestro desarrollo integral, es que desde su paradigma materialista y reduccionista insisten en dar énfasis a las partes de los alimentos, no considerando el aporte de ese alimento como un TODO.
Hoy en día, por ejemplo, ya no pensamos en el aporte integral del trigo sino en su contenido de carbohidratos o gluten, pensamos en las vitaminas, los antioxidantes o los azúcares en vez de las frutas. De la mano de esta simplificación de los alimentos nos han reducido a nosotros mismos también a partes, asociando por ejemplo el consumo de grasas saturadas con altos niveles de colesterol, o el consumo de calcio con el bienestar de los huesos y esto no termina aquí.
Por ejemplo, hablamos de grasas o proteínas sin cuestionarnos si son de origen animal o vegetal y si este origen pudiese tener un efecto en nosotros. Por otro lado, no solo nos están condicionado a pensar premeditadamente en alimentos dañinos o saludables solo en base a alguno de sus nutrientes, sin necesariamente serlo así si pensamos en el aporte integral de este (ej., la leche tan estigmatizada por su contenido de grasas o proteínas). Se nos trata de convencer que es lo mismo comer alimentos altamente procesados, refinados, reconstituidos o suplementos alimenticios, mientras estemos consumiendo al final del día la diversidad y cantidad indicada de nutrientes que se nos ha dicho debemos consumir.
Aunque debemos reconocer que esta mirada más bien materialista y reduccionista ha traído avances importantes en nutrición y salud, aún hay mucho por comprender sobre el rol de los alimentos en el desarrollo integral del ser humano.
Alimentación viva, una mirada holística.
La mirada holística de la alimentación que nos entrega la antroposofía (cimientos filosóficos tras la agricultura biodinámica) nos invita a mirar los alimentos más allá de sus partes, a entender que tras su contenido nutricional también existe una fuerza o energía vital que impregna de vida todo lo material. Desde esta mirada, una alimentación viva cumplirá no solo un rol fortaleciendo los aspectos físicos de nuestra individualidad, también ejercerá un efecto sutil sobre nuestras dimensiones anímicas
¿Cómo pueden los alimentos ejercer tal efecto en nosotros?
Esta mirada holística nos invita primero que nada a observarnos a nosotros mismos como seres integrales, constituidos por un cuerpo físico y una individualidad que se expresa a través de nuestro pensar, nuestro sentir y nuestra capacidad de hacer (o voluntad). Nos invita a entender que según la naturaleza de los alimentos (hoja/tallo, raíz o flor/fruto) diversos ámbitos de nuestra individualidad serán sutilmente estimulados.
Los alimentos de origen hoja-tallo
Estos son espinacas, lechugas, apio, kale, y más, ellos ejercerán una correspondencia muy cercana con nuestro sistema rítmico (zona donde se asienta el sentir), tan cercana que una ensalada de hojas verdes no solo podría ayudar a combatir diversos problemas respiratorios, también nos podría ayudar a sensibilizarnos frente a diversas emociones.
Los alimentos con preponderancia raíz
Como zanahorias, betarragas y otros, que se corresponden muy íntimamente con nuestro sistema neuro-sensorial (zona donde se asienta el pensar) podrían así ejercer un estímulo positivo sobre nuestra capacidad de concentración y el desarrollo de nuestra consciencia.
Los alimentos que estimulan nuestro calor interior como las flores, frutas y semillas
Alimentos como la coliflor, frutos secos, hierbas aromáticas, se relacionan íntimamente con los procesos calóricos de nuestro sistema metabólico motor (zona donde se asienta el hacer), siendo así ideales para cuando nos sentimos desvitalizadas, con poca energía o falta de voluntad.
Desde esta mirada la invitación no es a consumir éste o aquel alimento, sino a que cada uno de nosotros sea capaz de conectarse con aquella alimentación que mejor lo ayude a desplegar su individualidad.
Alimentos llenos de nutrientes y de fuerzas vitales ¿Por qué es esto tan fundamental? Porque cuando nos alimentamos no solo debemos metabolizar las sustancias materiales para luego reconstruirlas acordes a nuestras propias necesidades. Debemos a la vez llevar a cabo un tremendo esfuerzo interior para destruir o desintegrar las fuerzas que trae consigo cada alimento y poder así impregnar las nuevas sustancias con nuestras fuerzas propias.
Así mientras más viva sea nuestra alimentación mayor será nuestro desafío interior para poder metabolizarla física y anímicamente. Al contrario de lo que pudiésemos pensar, sin embargo, mientras mayor sea este desafío, mayores serán los beneficios para nuestro desarrollo interior, ya que mayores serán las fuerzas que tendremos que desplegar interiormente, fuerzas que a la vez estimularán positivamente nuestras facultades sutiles del pensar consciente, el sentir y de nuestra voluntad.
Cultivado en armonía con el cosmos: agricultura biodinámica
La agricultura biodinámica, al igual que otras corrientes de agricultura agroecológicas, trabaja en armonía con su entorno ecológico a través de diversas prácticas agrícolas (ej., biodiversidad, compostaje, manejo integrado plagas, etc.). De la mano de su cosmovisión holística, la biodinámica va un paso más allá y considera que las plantas no solo crecen gracias a las fuerzas terrestres, sino también de fuerzas provenientes de manera descendente del cosmos (planetas, constelaciones, sol y luna) en forma de luz y calor. En concordancia con esta polaridad cósmico-terrestre, realizan diversos manejos en busca de sensibilizar los suelos y las plantas a las fuerzas del cosmos.
Una de las principales prácticas que se utilizan para vivificar y sensibilizar la granja a las energías provenientes del cosmos son el uso de diversos preparados biológico-dinámicos. Estos preparados, son elaborados en base a plantas, minerales y sustancias de origen animal y aplicados bajo una lógica homeopática, es decir, no se aplican las sustancias, sino que éstas son dinamizadas y es el agua impregnada de las fuerzas latentes en estos preparados la que es aplicada sobre suelos y plantas, en busca de armonizar y sensibilizar diversos procesos vivos.
Un ejemplo es el preparado en base a sílice, que se aplica sobre la planta varias veces durante su período de crecimiento y maduración, en busca de estimular la presencia de las fuerzas lumínicas y calóricas (provenientes del cosmos) en la planta.
A modo de ejemplo, en período de luna descendente (uno de los ritmos lunares más estudiados), la savia de las plantas tiende a concentrarse bajo la tierra, por lo que es un momento propicio para realizar trasplantes, realizar podas, aplicar abonos y también para la cosecha de raíces y tubérculos. Por el contrario, en período de luna ascendente (cuando la savia de las plantas este concentrada sobre la superficie) se recomienda cosechar flores, plantas aromáticas, hortalizas de hojas y frutas ya que se conservarán mucho mejor.
Más allá de un sistema productivo la agricultura biodinámica es un camino de vida, el cual nos invita a reconectarnos con la naturaleza, a trabajar la tierra con todos nuestros sentidos y a percibir los fenómenos que están detrás de la vida en la naturaleza. Es una invitación a trabajar en nosotros, a escucharnos y reconectarnos con una alimentación llena de vida, que está ahí a nuestro servicio como seres humanos, para ayudarnos a desplegar nuestra individualidad e impulsarnos física y anímicamente en nuestros caminos de vida.