Como disfruté la cuarentena a través de mi huerto
Stella Pereira es fotógrafa de profesión. Aquí nos cuenta como fue para ella y su pareja empezar un huerto desde cero en su casa el día en que en Inglaterra decretaron cuarentena total. A pesar de la incertidumbre que se vivía ellos gozaron viendo sus semillas crecer y poder lograr alimentarse solo de lo que cosecharon. Esperamos que este relato lleno de imágenes de su huerto los anime a empezar sus propios huertos.
A mediados de marzo de 2020 yo y mi pareja decidimos que íbamos a empezar a cultivar nuestra propia comida. Él venía recién llegando a la casa después del trabajo, era mediodía y el presidente recién anunciaba que el país se iría a cuarentena total. Recuerdo estar sentada en la mesa esa noche sin tener un plan para los próximos meses, pero nuestras cabezas estaban llenas de ideas.
Encabezando la lista estaba que queríamos cultivar nuestra propia comida, queríamos cultivar verduras, pero no teníamos ni la mínima idea de cómo hacerlo, ni tampoco experiencia alguna, no sabíamos por donde empezar.
Comenzamos desarrollando un plan, hicimos un diseño de lo que queríamos plantar y donde iría. Nuestras reglas eran que solo plantaríamos lo que nos gusta comer y que si plantábamos flores, tenían que ser comestibles también o invitar a polinizadores a nuestro jardín.
A esas alturas, las tiendas estaban cerradas y las semillas estaban agotadas de la noche a la mañana. Nuestro vecino, un huertero experimentado, nos donó esquejes de sus plantas. Nos trajo una bandejas de semillas de moras, frutillas y hierbas, y nos enseñó cómo trabajar la tierra. Germinamos semillas de garbanzos y porotos, semillas de mostaza, ajíes y fenogreco. Teníamos guardados semillas de calabacines que también fueron al jardín. La mayoría de las veces también nos olvidamos de etiquetar las plantas y luego de unas semanas cuando germinaban no teníamos idea qué plantas eran, pero estábamos felices de que algo estuviera creciendo.
Unos días después nuestro vecino y Carlos (mi pareja) desmalezaron lo que luego se transformaría en nuestro huerto, armamos un plan y empezamos a plantar lo que había germinado en hileras en el huerto. Las arvejas y habas fueron las primeras, y empezamos un jardín infantil de tomates, plantamos 60, esto fue antes de la primera helada, pero aún así sobrevivieron. En abril, le sumamos al jardín choclo, brocoli morado y coles de bruselas.
A mediados de abril ya habíamos cosechado nuestro primer bol completo de hojas para hacer ensaladas y varios rabanitos ¡los comimos desde la raíz hasta la hoja!
A partir de mayo, solo comíamos lo que cosechábamos. Junio y julio nos brindaron betarragas, arvejas, rabanitos, kale, espinaca, ajo y nuestras primeras habas. Julio nos trajo calabacines por todo el huerto. Nos comíamos todo, ya fuese en ensaladas o sopas, salsas, e incluso mermeladas.
Agosto nos brindó un festival de tomates, berenjenas y pepinos, todos de diferentes formas y tamaños y nuestra primera calabaza. Todo esto en ocho meses, en los cuales también hemos podido compartir las bondades del jardín con nuestra familia y amigos.
Con solo 7 meses hemos cosechado ya casi todo lo que cultivamos, ya es octubre y a pesar de que el cambio de estación haya cambiado un poco como se ve nuestro huerto, aún quedan cosas por cosechar y todavía hay vida en el huerto.
Las abejas continúan haciendo su trabajo diariamente y los pájaros se están comiendo lo que queda de los frutos rojos y alejando a las babosas y caracoles de las hojas verdes.
Tenemos un tremenda sensación de logro, ya que nunca antes habíamos cultivado nada más que hierbas en la ventana de la cocina. Hacer un huerto nos mantuvo ocupados durante la cuarentena, mental y físicamente trabajamos en el huerto y nos mantuvo motivados durante estos tiempos de tanta incertidumbre.
Ahora estamos guardando todas nuestras semillas para prepararnos para el próximo año. Esperando que tengamos un poco más de experiencia y conocimiento y algunas variedades nuevas, probablemente no intentaremos de nuevo plantar lentejas el próximo año.