Parte 5: Un bosque de alimentos
En este quinto relato, Paula nos cuenta cómo ha sido la experiencia de co-habitar con la naturaleza en su hogar. Nos explica algunas técnicas de cultivo en un espacio como su jardín, en el cual hoy ha creado un bosque de alimentos donde conviven animales, humanos y cultivos nativos. Como ella misma escribe, nada sale del sistema, todo se transforma.
En el último relato que compartí les contaba sobre los inicios de nuestra huerta y las primeras experiencias en torno al cultivo de alimentos que tuvimos en casa. Hoy les quiero compartir sobre la relación que hemos ido estableciendo con el bosque.
Cuando llegamos a nuestro terreno, este estaba conformado por una densa mata atlántica, en su mayoría compuesta por árboles de troncos delgados y altura media, salvo algunos de tamaño mayor como sucupiras, guabirabas, pau brasil y uno que otro árbol de cajú. Se cree que no es un bosque de muchos años, sino más bien un renoval, ya que cuentan por aquí, que hace unos pocos años atrás este lugar se usaba para el cultivo de la caña con práctica de quema. Sin embargo, antiguo o nuevo, este lugar es un denso bosque exuberante de vegetación y vida silvestre que me costó bastante comenzar a intervenir, ya que me sentía como una depredadora cada vez que ponía un pie en este lugar.
Hace un buen tiempo leí por ahí un libro que cuestionaba profundamente la existencia de los espacios de conservación y protección ambiental, donde invita al ser humano a la siguiente lectura, “para cuidar la naturaleza debes mantenerte alejado”. Esas páginas causaron en mí una importante reflexión, creo que ese fue el momento en que comprendí que somos parte de la naturaleza y que, como integrantes de esta, nuestros esfuerzos deben estar dirigidos a aprender a relacionarnos de un modo respetuoso, como integrantes activos, al igual que un mono, un ave o un reptil, y que esas enseñanzas de dejarnos fuera para poder cuidar, son las mismas que autorizan a destruir sin consciencia lo que podemos tocar. Pues bien, con ese desafío por delante decidimos comenzar a habitar en este lugar.
Para construir nuestra casa y hacer un pequeño lugar para la huerta, tuvimos que despejar esos espacios e inevitablemente cortar algunos árboles; el resto del bosque lo dejamos casi intacto hasta decidir cómo comenzaríamos a co-habitar con este lugar. Una alternativa era dejarlo tal y como estaba, abriendo tan sólo los caminos necesarios para transitar; sin embargo, esta opción no nos permitiría producir alimentos en abundancia y entonces estos tendrían que ser obtenidos en el mercado.
Se ha descubierto que el amazonas es un lugar antropogénico, es decir, que se ha co-creado con el ser humano, donde se cultivan especies de interés alimenticio en conjunto con una buena parte de la vegetación existente en el lugar. Así es como conviven árboles, arbustos, herbáceas, hongos y gran biodiversidad. Este tipo de agricultura es sumamente ancestral y hoy se conoce como agroforesta, agricultura sintrópica, bosques de alimentos, entre otros nombres que se le da.
El cultivar inspirados en el bosque, en términos simples, consiste en respetar la estructura de un bosque natural para crear un organismo en constante evolución, donde interactúan de manera simbiótica y en equilibrio una gran cantidad de especies. Esta manera de cultivar puede comenzar por intervenir un bosque ya existente o crear uno desde cero. Esto va a depender de cada situación en particular.
Para la creación de un bosque que produzca el alimento que se desee, se deben considerar algunos puntos claves como el policultivo, el uso de estratas y la generación de un ecosistema que sea capaz de autosustentarse.
El policultivo hace referencia a la existencia de varias especies conviviendo juntas. Para evitar la competencia entre ellas, se hace un diseño en relación a sus formas, tamaños, requerimientos y necesidades nutricionales, siendo fundamental el uso de plantas perennes que aseguran la permanencia del sistema y abundancia de leguminosas que aportan nitrógeno al suelo.
El uso de estratas consiste en formar un mínimo de 3 capas, que se pueden agrupar en árboles, arbustos y herbáceas, abarcando gran diversidad desde frutales, especies perennes, leguminosas, cereales, hortalizas, cultivos de raíz, enredaderas, hongos, etc. Por último, será necesaria la generación de un ecosistema, es decir, que todas las especies existentes sean capaces de interactuar de manera positiva entre ellas en la búsqueda de la abundancia, resistencia y permanencia.
Un sistema bien diseñado debiera auto fertilizarse por las diferentes especies presentes en él y por el reciclaje de las cosechas. Debiera estar libre de plagas y enfermedades importantes, producto de las asociaciones y la generación de equilibrio por medio de la biodiversidad. También debiera permanecer en el tiempo sin la necesidad de mayores cuidados, esperando una máxima eficiencia por el uso de cultivos horizontales y verticales y por la generación de un sistema rico y complejo, sobre y bajo el suelo.
Un bosque de alimentos, si bien no es apropiado para hacerlo en un departamento, sí se puede implementar en un espacio pequeño que cuente con un mínimo de 20 mt2, siendo posible hacerlo en el jardín, en algún espacio comunitario o también en grandes extensiones productivas de frutales u otros.
Nuestro caso particular fue el de comenzar a intervenir un bosque ya existente, por lo cual tuvimos que pensar en una buena estrategia para desarrollar. Lo primero que hicimos fue diseñar los caminos de tránsito, ya que necesitábamos desplazarnos hacia donde nuestros vecinos y puntos claves dentro del terreno. Junto a mi hermana Katia, que es ecóloga paisajista y bien entendida en estas temáticas, decidimos desarrollar un plan de circulación que nos permitiera a todos transitar por un lugar delimitado y así poder tener claridad de los lugares que quedarían para posiblemente cultivar. Una vez determinando cuáles serían los caminos de circulación, hicimos caminos curvos que imitaran el movimiento de una serpiente, esto creó espacios orgánicos para transitar. Los trazamos con cal y comenzamos con el traslado de piedras que conseguimos por ahí. Así se fue haciendo el camino y naturalmente se fueron creando los espacios que quedarían con vegetación.
En los espacios de vegetación, comenzamos a despejar un poco las bases para poder crear áreas que nos permitieran plantar. Hicimos bastante poda que nos permitió dejar algunos claros de luz para las especies que necesitan de ella y al mismo tiempo fuimos transformando esas podas en chip y rastrojos que integramos a nivel de suelo como cobertura vegetal. Así se potencia la descomposición de esta materia orgánica, genera retención de humedad, nutrición del suelo, se activa la vida en él y se crea una rica capa de materia orgánica. Estos suelos son casi pura arena, son ideales para especies como la yuca y caña, frutales como el mango y cajú, pero difíciles para cultivos como hortalizas en general y otras especies. Hemos trabajado fuertemente en agregar mucha materia orgánica para enriquecerlos en función de nuestra alimentación. Comenzamos lentamente a reemplazar algunos árboles y arbustos existentes por frutales y, en la medida que nuestros árboles comenzaron a crecer, fuimos abriendo espacio y podando más a su alrededor.
Ha sido un lento trabajo de reemplazo de especies, siempre procurando dejar abundante flora nativa que ayuda mucho al equilibrio del sistema y, cada planta que es podada se devuelve al suelo; nada sale del sistema, todo se transforma.
Después de 3 años desde que comenzamos a implementar esta forma de producción, hoy ya cosechamos abundante cantidad de bananas, papayas, cocos, mangos, yuca, batatas, porotos, maíz, maracuyás y otras especies más. La vida silvestre es abundante, los monos, timbú y pajaritos también tienen más comida y puedo decir, en base a mi experiencia, que se puede cultivar en medio de un bosque sin necesidad de acabar con él.
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