Las estaciones, nuestra alimentación y estado anímico
La agricultura biodinámica puede parecer algo desconocido para algunos, pero sus principios son muy simples; conectar nuestros cuerpos con los ritmos de las estaciones y alimentarnos de acuerdo a lo que la naturaleza nos entrega. Paz nos explica los principios de las estaciones y cómo afectan nuestro estado de ánimo, así como recomendaciones para vivir acorde a estos ritmos.
Una alimentación adecuada debiese considerar la individualidad de cada persona. Sin embargo, una de las grandes consecuencias de nuestro despertar intelectual ha sido la pérdida de nuestro instinto de alimentación. Entre tanta información que nos entrega la industria de la salud, agroindustria, farmacéuticas e “influencers”, ya casi no nos escuchamos. Esta desconexión con nuestra alimentación no solo es la raíz de crecientes y diversas enfermedades, sino que también, es una de las grandes responsables de la desconexión con nuestra vida interior. Más allá de su aporte nutricional, los alimentos traen consigo la sabia tarea de acompañar nuestro despliegue interior a lo largo de la vida. En su expresión más integra los alimentos nos conectan con nuestro pensar, nuestro sentir y nuestra voluntad.
Primavera-Verano
En primavera y desde las profundidades de la tierra, las fuerzas vitales que dan vida a la naturaleza despiertan aflorando vigorosamente hacia el mundo exterior. La Tierra comienza su periodo de expiración y las fuerzas de la vida van permeando la materia, moldeando infinitas especies vegetales que crecen arquetípicamente, llamadas hacia el sol y el lejano cosmos. La tierra se llena de vida.
Con la intensidad de la luz y calor del verano las fuerzas vitales emanadas desde la tierra se van haciendo más sutiles. Los procesos de crecimiento (desarrollo de hojas y tallos), iniciados en la primavera, se van metamorfoseando hacia compuestos más sutiles, dando origen a flores y frutos llenos de colores, sabores y aromas. Alcanzando en esta época, la expresión visible, más refinada de las fuerzas vitales que sostienen la naturaleza, y ya las últimas antes de que estas sean liberadas una vez más de regreso al cosmos. A través, por ejemplo, de la volatilización de los aceites esenciales, que se dice son los encargados de retornar el ser de la planta de vuelta al cosmos.
Otoño-Invierno
Con la llegada del otoño, se comienza a sentir la influencia cada vez más lejana del sol. Su luz y calor permean con menor intensidad en la tierra, así como en nuestras almas. La tierra comienza a inspirar y las fuerzas vitales emanadas con tanta intensidad durante la primavera y verano hacia el cosmos, comienzan lentamente su retorno a las profundidades de la tierra.
Con la llegada del solsticio de invierno, el retorno de estas fuerzas alcanza su máximo esplendor. Y al contrario de lo que podría creerse, ahí en lo más profundo y silencioso de la tierra, la vida del reino vegetal continúa más viva que nunca, concentrando y vivificando fuerzas que volverán a aflorar nuevamente con la pronta llegada de la primavera.
Los agricultores biodinámicos conectados con estos procesos intangibles de las estaciones aplican sus preparados especiales cargados de energías, sobre plantas y suelos, en las diferentes estaciones del año con el fin de vivificarlos y permearlos a las influencias del cosmos.
Nuestros Ritmos y Alimentación
Al igual que nuestro entorno natural, durante la primavera-verano nosotros también experimentamos un despertar y un florecimiento. Nuestra individualidad, se despliega, al igual que las fuerzas vitales de la naturaleza, en plenitud hacia el mundo exterior, privilegiando la actividad y percepción del entorno por sobre una vida interior. Anímicamente en esta época nos llenamos de vitalidad, entusiasmo y ganas de salir.
Durante el otoño-invierno, y al igual que la naturaleza que comienza su proceso de inspiración, aquellas fuerzas que nos mantuvieron activos y vitales en primavera-verano, comienzan a interiorizarse en nosotros. Nuestro ”yo” se asienta y así nos volvemos a conectar lentamente con nuestra vida interior. La quietud, la introspección y contemplación, propias de esta época, acompañan nuestros procesos anímicos, invitándonos a trabajar la autoconciencia, el pensar y la voluntad.
Por un lado, serán los alimentos fríos y sin cocinar, los que no sólo asimilamos más fácilmente durante los meses cálidos. Alimentos frescos, que no necesitan necesariamente ser calentados ni cocinados, ya que en cierto modo han sido ya cocinados por el sol, como frutas de estación, verduras de origen hojas, jugos verdes, debieran ser la base de nuestra alimentación en la época de primavera-verano.
La alimentación que mejor acompaña nuestra vida interior en los meses más fríos será aquella que contenga en mayor proporción alimentos calientes y cocinados. Una dieta más caliente ayudará a no sobre exigir nuestra vida interior en meses donde el frío exterior ya es un desafío interno importante. Una dieta cocida en base a cereales integrales, verduras de origen raíz y flor, frutos secos, hierbas aromáticas y aliños estimulantes contribuirán al trabajo de nuestra vida interior.
Reflexiones
El percibir de manera consciente la naturaleza y sus ritmos estacionales, es una invitación a reconectarnos con nosotros mismos. Es un inicio hacia una alimentación más consciente e individualizada. Confiar que nuestro entorno natural nos entrega sabiamente aquellos alimentos que necesitamos para acompañar nuestro desarrollo a lo largo del año y consumir así alimentos frescos, estacionales y producidos localmente (ojalá agro ecológicamente) es esencial en este reencuentro con nuestra alimentación.
Ir más allá de la mirada materialista y reduccionista del paradigma de alimentación que solo nos ha llevado a estigmatizar o abanderar alimentos, sin una real comprensión de su efecto integral sobre cada uno de nosotros. Tener la certeza que todos los alimentos tienen un propósito y una sabiduría, que no hay alimentos malos sino Individualidades con temperamentos propios, etapas de desarrollo únicas y estados anímicos cambiantes, es trascendental en la búsqueda de una alimentación que acompañe el despliegue de cada individualidad a lo largo de la vida.
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