El amanecer
Cooperativa Semilla Austral se dedica a la recuperación, multiplicación y re-circulación de las semillas y saberes tradicionales que cultivaban nuestros ancestros. Desde Curiñaco, en el sur de Chile implementan practicas regenerativas, tanto para el suelo, las semillas y la comunidad. Danny Lira, forma parte del equipo de educadores de la cooperativa y comparte con nosotros una reflexión en forma de poema, sobre la importancia y belleza de las semillas, acompañado de imágenes microscópicas. Los invitamos a leer este poema, así como a reflexionar sobre las semillas y su importancia en nuestra existencia.
La Cooperativa Semilla Austral está conformada por 30 familias que en 9 regiones de Chile se dedican activamente a la recuperación, multiplicación y re-circulación de las semillas y saberes tradicionales que cultivaban nuestros ancestros.
Esta herencia biocultural hoy es amenazada por diversas razones, principalmente legales, políticas, económicas y culturales, que ponen en riesgo la calidad de vida, salud, soberanía y nuestro futuro.
La Cooperativa trabaja en fomentar la re-producción ecológica, selección y conservación de la agrobiodiversidad (i.e. plantas y animales criados, principalmente biodiversidad de uso agrícola y alimentario) en las huertas y casas de semillas que cuidan las familias asociadas.
El faro de semillas donde se reciben todas las semillas para su dinamización y desde donde se envían a todo Chile se encuentra en Curiñanco, lugar donde también se encuentra el Centro de Aprendizaje Agroecológico de Semilla Austral (CAASA-Curiñanco) cuyo propósito es la implementación e intercambio de prácticas regenerativas que contribuyan al cuidado de la vida y fomenten de manera transdisciplinaria la transformación sociocultural para una salud planetaria, comunitaria e individual.
Danny Lira nos comparte su poema Amanecer, acompañado de imágenes microscópicas de las semillas rescatadas de nuestros ancestros en Chile, los invitamos a leerlo y reflexionar sobre la importancia de nuestra herencia cultural; las semillas.
Cuentan leyendas porque al parecer los años
han dado tal facultad oratoria.
Cuentos de valentía, vigor y esperanza
se cantan sin el espasmo de fábula engañosa.
Un pasado insondable de vértigo te acomete,
irrumpe tu pacifica visión de la tierra,
ahora ya no más ésta solo te sostiene,
tu paso por ella tampoco es pueril carrera.
La pude haber olvidado en el sendero
O alzar hacia el cielo sin otra conciencia
más que la que mueve al espíritu humano
a no preocuparse por otra trascendencia.
Pero un viento alado calmó mis ansias,
acaso era la voz de esa semilla triunfante
aguardando derramar en mi sentido oyente
todo el secreto originario de su importancia.
Nunca sabré si habrá sido tal el mensaje,
solo sé que desde entonces no quiero figurar
como alma erudita, genia, ni elegante,
como antaño me afanaba en lograr.
Ahora me esmero en que todos nazcan
en la vida buena de la abundante cosecha,
para que consumados en su virtud abracen
el tránsito unívoco hacia una mejor era”.
Así enmarañaban en el aire
los abuelos sus juveniles andanzas
labrando la memoria de los aprendices
con nuevas y sutiles esperanzas.
Se escuchaba al voleo
los relatos que abuelas ofrecían,
encarnados con voz inspirada y lúdica,
se salían del relato místico y decían:
“Las legumbres tienen la fama de nutrir lo que tocan
que a un Midas quejumbroso destronaría al instante
y sin presumir de este trato justo a la tierra
se sienta humilde en las mesas de los comensales”.
Sin intención de aleccionar ni guiar
los ancestros comentaban su oficio diario
y en un soberano tono familiar
deslizaban unas semillas en tu mano
En esa mañana nació nuestra cultura,
germinó desde el fondo de los suelos,
se ancló fuerte la raíz a la tierra
y se alzó encumbrada la flor hacia el cielo.